Cuéntame cuentos que soy mayor

Hacía algunos años que no presentaba un nuevo libro de cuentos. Tras los lógicos procesos de depuración, relectura, búsqueda de editorial, etc., llegó el momento.
Tuve la satisfacción de hacerlo en el Salón de Actos del Círculo Mercantil e Industrial, en plena Calle Sierpes.
El libro tiene una dedicatoria especial:

« A Dolores y nuestros treinta y siete girasoles grana».

La conducción del acto la protagonizó mi amigo, compañero de Noches del Baratillo y magnífico comunicador, Vicente Fonseca, que tuvo tres detalles difíciles de agradecer: escribió el emotivo poema que adjunto, elaboró una proyección de imágenes en Power Point que encandilaron a los asistentes y llevó a cabo una presentación entretenida, participativa y didáctica.

Pero no menos importancia tuvo la participación de mi querida amiga de ocasiones trascendentes, María Luisa Cerdá , fecunda escritora dotada de una voz que enamora, y eso fue lo que sucedió, que con sus intervenciones enamoró a los asistentes.
En representación del CMI, presidió la mesa y demostró su dotes literarias, mi buen amigo y responsable de actividades culturales del CMI, Práxedes Sánchez.

En representación de la Editorial CyM tuve la satisfacción de sentirme arropado por Macarena Diana, fundadora junto a Carlos San José de esta joven editorial, que se ubica en el Edificio CREA Sevilla. Avda José Galán Merino s/n. 2º Planta. Módulo 17. Tfno: 954 48 88 71

En el pueblo de Lineado, a sus habitantes se les escapaban las ideas cuando estornudaban y solo los alcaldes, llamados «Maxilineados», lo sabían y se aprovechaban de ello.
La búsqueda angustiosa de relaciones humanas en la sociedad del bienestar en «El hombre que necesitaba conversación»; la constatación de marginación social en un futuro muy evolucionado en «El tren del tiempo»;
la importancia de quererse y conocerse a sí mismo en «El placer guay del Paraguay»; la injusticia de un juez en la Ciudad de Ladridos, donde conviven los que hablan y los que ladraban, en «El juez y el perro carnoso»; en «El país de los atletas» no fueron capaces de eliminar el sueño de un inmigrante porque había aprendido a volar, etc., etc.