
La ocasión se nos presentaba favorable. Entre mis papeles contaba con un boceto de cuento de duendes. Era cuestión de elaborar un argumento propicio al acontecimiento en ciernes. Conocía la destreza de Manuel con las ilustraciones y le propuse la idea.
Manuel Hernández Lara y yo trabajábamos por aquel entonces en la mima empresa: La Compañía Sevillana de Electricidad. Manuel siempre ha sido aficionado a la pintura artística y a la ilustración y se ofreció con ilusión a realizar las ilustraciones. También contamos con la colaboración de un gran fotógrafo del pueblo de Pilas (Sevilla), amigo de Manuel: José Ruiz Fernández. Había tiempo por delante y nos lanzamos.
Posteriormente se sumó para la exposición del libro el Ayuntamiento de Pilas, y se llevó a cabo una suntuosa y concurrida exhibición de todas y cada una de las láminas del libro.
José Ruiz aportó la sala de exposición. Confeccionamos un ejemplar de lujo que enviamos a la Casa Real Española, y unos pocos de encuadernación sencilla para los autores, sus familias y amigos. Las láminas originales se enmarcaron y se colgaron en la exposición.