
Cuando aún tenemos fresco el recuerdo de los días de vacaciones disfrutados en otro lugar diferente al de nuestro quehacer habitual, sentimos deseos de volver a escapar de las rutinas del trabajo, ya sea dentro o fuera de casa.
Antes de que la monotonía se transforme en desilusión, podemos proponernos seguir viajando, conociendo nuevos sitios, cercanos e ignorados que nos brindarán momentos de placentero descanso, descubrimientos asombrosos y conocimientos sobre nuestra cultura que nos producirán sentimientos de orgullo acerca de nuestra tierra.
Una de las propuestas que os hacemos es PORCUNA, población de la provincia de Jaén Porcuna está situada entre Andujar y Jaén capital, en la margen derecha del río Salado, en la Campiña, una rica comarca rodeada de otras muchas poblaciones que compartieron con ella muchos hechos históricos desde los tiempos mas remotos.
Para llegar a Porcuna, atravesamos un mar de olivos que es junto con las canteras, su principal fuente de riqueza en la actualidad.
Conocer un poco de su historia nos animará, sin duda, a visitarla.
Por su privilegiada situación en la campiña, estos terrenos han contemplado el paso de sucesivas civilizaciones desde la edad de Piedra, las cuales les han ido dando diferentes nombres, así en la época tartésica fue llamada Nelva, los íberos la llamaron Ipolca y los romanos Obulco.

Porcuna fue conquistada por los cristianos en 1240 y quedó bajo el gobierno de la Orden de Calatrava. De estas fechas data la torre de Boabdil, que es la torre del Homenaje perteneciente a la alcazaba que defendía el pueblo.
Podemos empezar la visita por las afueras, visitando el Parque arqueológico de Cerrillo Blanco, de gran importancia por la cantidad de testimonios ibéricos y tartésicos que allí se han encontrado. A través de un paseo señalizado se pueden observar tumbas y necrópolis de incineración y una tumba megalítica.
En el pueblo, podemos visitar la sala del Ayuntamiento donde se exponen piezas escultóricas de estos yacimientos así como otro tipo de objetos de la historia de Porcuna.
En la plaza principal podemos visitar la espléndida Iglesia de la Asunción sobre una gran escalinata, el Ayuntamiento y el Arco.

Para comer, podemos entrar en el restaurante de Ana Pilar y saborearemos una cocina con sabores de la tierra.

Por último, una gran sorpresa: La Casa de la Piedra. El trabajo de un cantero obsesionado con la piedra nos dejara boquiabiertos pues así como los antiguos construyeron cuevas megalíticas sin apenas herramientas ni instrumentos, parece increíble que en nuestros días también haya existido un caso similar que emulando a los paleolíticos o a los romanos levante una casa utilizando grandes bloques para después decorarlos, sin conocimientos, ni medios técnicos.

Saldremos maravillados por el carácter de este hombre y los conocimientos puestos en marcha, así como su sentido estético para diseñar mobiliario, influido sin duda por otros grandes constructores de civilizaciones pasadas que dejaron su huella en la mente de un “loco andaluz” tal como él se definiera.
Dignos de leer son los carteles, algunos labrados en piedra, con los que organiza la visita, y que muestran el entusiasmo de su constructor acerca de su obra.
No debemos dejar de visitarla, por dentro, pues el trabajo que nos encontramos es espectacular.

